En una calurosa noche chicharrera y con el aforo de la Cafetería del Cine Víctor desbordado, Fran Baraja y la Banda Reparte saltaron por última vez a un escenario insular antes de intentar la conquista de las tierras catalanas que en breves fechas iniciarán.

Comenzaron extrañamente cercanos a la hora estipulada con un Fran Baraja vestido (algo insólito en sus conciertos) con mucho rock que tocar y con muchas ganar de pasarlo bien. Poco a poco a ritmo de reggae, rock y rumba la banda fue desgranando los que serán temas de su futuro álbum (en proceso de grabación); temas propios acompañados por versiones (siempre en su propio y peculiar estilo) de composiciones populares y ajenas (allí pudimos escuchar a la banda haciendo versiones de Los Rodríguez, Los Rebeldes, Delinqüentes…).

Y como bien dice mi madre: “la cabra siempre tira al monte” y, mediado el concierto, el Señor Baraja se ausentó unos segundos del escenario para regresar ataviado con sus famosos calzoncillos, en esta ocasión unos gayumbos de “auténtica” piel de serpiente… La caja de Pandora estaba abierta y ya sabemos qué sucede cuando los chicos de la Banda Reparte abren esa caja: es tiempo de rock&roll, de las risas y sobre todo del buen rollo.


Y entre eso, risas y buen rollo, transcurrió la segunda parte del concierto en la cafetería del Cine Víctor. Un concierto donde sonaron los ya clásicos temas de Fran Baraja y la Banda Reparte como Mañana No Fumo o la siempre maravillosa utopía de Quiero Matar a Pepe, las simpáticas versiones de El Cuarto de Tula (quien, según el señor Baraja, se quedó dormida viendo una película de TeideVisión), EL Príncipe de Bel Air o El zurrón del gofio.

Un concierto que se cerró tras hora y media de rock&roll sin pausa y con el hit de la banda: Devuélveme, canción que cantó a partes iguales la banda y el público; y, como bien dijo el poeta Manuel Machado, “una canción no es canción hasta que la canta el pueblo”.


Por cierto, desde aquí desearle toda la suerte a Fran Baraja y la Banda Reparte en su excursión por tierras catalanas, donde probablemente sus temas no sean tan coreados como pasó en la noche del jueves en el Cine Víctor pero que, a buen seguro, terminarán de la misma manera: con buen rollo y una sonrisa en la cara.