Nuestro protagonista, musculado, rapado y con buen corazón sale de la cárcel tras cumplir cuatro años de condena por un crimen que sí cometió pero que fue en defensa propia. Allí se encuentro con la viuda de su víctima que le pide dinero para salvar a su hija.

Nuestro prota trabaja de sol a sol, pero ya sabéis como está el mundo, que si la crisis, que si… el buen hombre no consigue el dinero suficiente, entonces, a través de una chica de ojos azueles y su noviete entra en el mundo de las peleas clandestinas. A partir de ahí: puñetazos, bofetones, mordiscos… vamos, lo mejor de cada casa.

Podéis pensar “la reencarnación de un guerrero a lo yanqui, un gladiador moderno” y blablablá pero no, aquí incluso las peleas son aburridas (como la trama) y artificiales. Y es que más que puñetazos se dan bofetones con las manos cerradas…

Lo mejor de El Daño: que termina y se olvida a una velocidad encomiable: