Valle de Arautapala 65 - Unión Baloncesto Laguna 75
17:06:00
En los días de lluvia, San Cristóbal de la Laguna se convierte en un gran psiquiátrico: la gente vaga por las calles con cara de enfado, irascibles, tensos, molestos… supongo que será la falta de costumbre o el saber que en el resto de la isla hará mejor tiempo, no sé.
Habíamos quedado a eso de las 18.30 en el pabellón para todos juntos iniciar el camino al Valle de la Orotava y, así, parecer un equipo unido y serio pero no sabíamos que ayer sería un día lluvioso. Lluvia, tensión, enfados, atascos… reinaba el caos que terminó rubricándose con un considerable retraso y una salida a tropezones… pero lo importante no es salir, como dice la DGT, es llegar… y nuestra llegada fue bastante similar. Los más “tempranos” llegaron 20 minutos antes del comienzo del encuentro, después un segundo grupo se unía… complicado, se preveía un partido complicado.
Y la sensación de tragedia se apoderó de nosotros a medida que ejecutábamos aquel corto calentamiento en aquella pequeña pista con aquella nula concentración… y es que habíamos perdido parte del encuentro antes de comenzarlo.
Pero dejémonos de prólogos y vayamos al partido (que en el fondo es por lo que leéis la crónica); el primer problema que nos encontrábamos se producía incluso antes del salto inicial: el quinteto en pista no coincidía con el quinteto en cancha ¿culpa del auxiliar de mesa? Quizás ¿culpa mía? Sin duda… Momento de un cambio de planes: Rubén a pista, Cristo al banquillo. Balón al aire, Rubén gana el salto (primera sorpresa), 10 segundos de partido Rubén anota a aro pasado. Cambio Rubén al banquillo (nunca 10 segundos fueron tan bien aprovechados) y “quinteto inicial” a pista.
Ahora es el momento en el cual muchos lectores pensaran: “pista pequeña, ganan el salto sin apenas calentar, problemas con el quinteto… y anotan la primera… partido fácil” ¡Ja! Corre un rumor que dice que las pistas del norte de la isla siempre son duras y, hoy, era el momento de hacer realidad dicho rumor. Es cierto, tomamos una pequeña renta de 4 puntos al inicio del encuentro pero nunca nadie dijo que el partido fuera a ser fácil.
Y es que el primer periodo se convirtió en un intercambio constante de canastas, sí, nos beneficia el estilo de juego pero el ritmo no lo marcábamos nosotros (aunque fuéramos circunstancialmente por encima en el marcador). Poco a poco, lo 4 puntos fueron menguando y sobrevivíamos con acciones individuales de nuestros jugadores exteriores, al término de los primeros 10 minutos nuestra renta había caído a tan solo un punto: 20 a 21… estaba claro: tocaba sufrir.
Y comenzamos el segundo cuarto sabiéndolo, pendientes del marcador, de sus puntos, de los nuestros… y he ahí el problema: o miramos el marcador o miramos al balón y a nuestro par. Decidimos mirar al marcador pensando en anotar, en tirar, en… sin percatarnos de sus ataques, sin bajar el culo para defender. Pensamos, quizás, que ganaríamos el problema anotando más y esa fue nuestra perdición.
Con nuestro ataque atascado y pasando, quizás, los peores momentos defensivos de la temporada, comenzamos a hundirnos poco a poco en el marcador. ¿Y la lluvia? La lluvia nos había convertido en personas individuales y egoístas, personas cargadas de reproches y malas caras… personas que olvidaban que su fuerza reside en el grupo y es que a veces, no solo en este partido, nos olvidamos que TODOS nosotros vamos en el mismo barco.
Tras el segundo periodo descubríamos nuevas sensaciones: descubríamos qué se siente al perder un periodo, descubríamos qué se siente al llegar abajo en el marcador al descanso, descubríamos cómo se vive con el agua al cuello… llegábamos tocados (37 a 33) pero no hundidos.
Momento para la reflexión y el cambio de aro, ahora jugábamos contra el Valle de Arautapala y contra su grada, quien nos mordería en todas y cada una de las jugadas hasta el término del encuentro.
Comenzamos la segunda mitad tensos pero un triple de Cristo nos colocaba tan solo uno abajo, nos hacía creer, nos daba fuerzas y aire. Decidimos entonces bajar el culo a apretar atrás; nunca me cansaré de decirlo: si defendemos duro “podemos permitirnos” el lujo de fallar arriba. Y defendimos, con más corazón que con cabeza, pero defendimos.
Es probable que en ningún momento del encuentro hubiésemos atacado con nuestra habitual fluidez pero, por lo menos, nuestro mayor axioma funcionó: los partidos se ganan desde atrás, desde la defensa. Apoyándonos en el trabajo defensivo y gracias a un aceptable trabajo en ataque, conseguimos mandar de nuevo en el marcador llegando con al último periodo con tan solo un punto de ventaja (54 a 55).
Era el momento de jugar un nuevo partido, a 10 minutos y como en el circo: sin red que amortiguase la caída. Nosotros presentábamos 1 punto de ventaja, los locales presentaban una grada rabiosa que los animaría hasta el último instante (quede claro que nuestra grada también nos ha animado, pero es que no chillan lo mismo 4 que 40).
Subimos líneas y apretamos los dientes, defensas duras (mucho más duras que en los minutos anteriores), ambición y ganas de terminar por delante. Alternábamos jugadas desde el perímetro con buenas acciones interiores, poco a poco nos hicimos con el partido para terminar, sobre la bocina, ganándolo con la máxima diferencia del encuentro: 10 puntos.
Y es que es un gusto llegar al final con una victoria, más si es tan trabajada y sufrida como ha sido ésta. Una victoria que debe enseñarnos que en esta liga no hay rival pequeño ni cancha fácil, que en el momento en el que defensivamente te relajas cualquiera puede hacerte un descosido… sí, esta vez lo remendamos pero no siempre podremos, no podemos permitirnos el lujo de que sucedan. Esta victoria debe motivarnos para trabajar más y mejor para así poder seguir por el camino que hemos iniciado en la primera jornada y continuado en la segunda: el rival de la próxima semana llega con la vitola de “equipo a batir”, nosotros queremos hacerlo y eso tan solo podremos lograrlo de una manera: trabajando (aunque un poco de suerte siempre ayuda).
Añadir, por último, una cosa más, simple y concisa, como dije al final del encuentro en este equipo todo el mundo suma: desde el jugador que juega 40 minutos hasta aquel que juega 4, desde el que anota 11 puntos hasta aquel que no anota pero hace aquella ayuda defensiva que para el ataque rival… Señores, quedémonos con eso porque si comenzamos a contar puntos o minutos llegará un momento en el que nos amargaremos, llegará un momento en que cada jugador reme en su dirección, llegará un momento en el que no seremos equipo y ese momento marcará nuestro fin; y es que el bien del grupo está por encima del bien del individuo, recuérdenlo, es importante.
Parciales: (20-21); (17-12); (17-22); (11-20) [65-75]
Box Score: Miguel (0 puntos, 2 faltas); Hauche (5 puntos, 4 faltas); Rafa (11 puntos, 0 faltas); Rubén (8 puntos, 3 faltas); Marcos (2 puntos, 3 faltas) –quinteto inicial- Javi Cañete (15 puntos, 4 faltas); Alberto (2 puntos, 1 falta); Dani (3 puntos, 3 faltas); Cristo (7 puntos, 5 faltas); Juan (7 puntos, 0 faltas); Lucho (0 puntos, 1 falta); Junior (15 puntos, 2 faltas)
4 seres inteligentes han dicho y tú, ¿a qué esperas?