Y digo que no terminó el show porque el presidente del C.B. Canaima (de ahora en adelante Unión Baloncesto Laguna) pretende que firme un papel donde “el club y el entrenador acuerdan poner fin a su relación”. Mi pregunta es: ¿cuando alguien es destituido (sin previo aviso, aunque en la reunión del pasado lunes se dijese que sí) se produce un acuerdo? Lo dudo mucho. Cuando te destituyen diciendo que es lo mejor para el club el entrenar no acuerda nada, tan solo, con mayor o menor compostura, acepta el despido, destitución o sustitución… la cual, por cierto, ya estaba orquestada con anterioridad pero “sería injusto que el nuevo entrenador tan solo tuviese una semana para preparar el siguiente partido” (¿te suena de algo esta frase Moisés?).

Me hace gracia que tras el fin de semana el señor Mora se atreviese a decir a mis exjugadores que el problema era que yo no encajaba en la estructura del club, y es que al parecer, desde septiembre, o yo he cambiado o la estructura del club ha variado. De lo que no hay duda es que, como ha quedado en evidencia, la estructura del club fluye como los apetitos de su presidente: lo que hoy es blanco, mañana puede ser negro y pasado azul. Me parece sorprendente escuchar que la relación entre directiva y entrenador estaba muerta desde hacía dos meses, ¿muerta para quién? Me pregunto ¿para la directiva? ¿para el entrenador? ¿para ambos? Como he dicho, la relación por mi parte era fría y tensa pero nunca llegué a pensar que se tratara del rigor-mortis de este cadáver.

Una cosa si le debo reconocer a Moisés Mora y al Unión Baloncesto Laguna: conmigo los pagos siempre han sido correctos, a diferencia de sucesos como los acaecidos con Alejandro Encinoso (al que tardaron 9 meses en pagar).