Acabo de poner fin a One Last Dance, que al español ha sido traducida como El Laberinto del Asesino siendo este sin duda su menor problema. ¿Y por qué digo que la traducción es un problema menor? Pues principalmente porque no tengo demasiado claro qué acabo de ver ¿es una comedia? ¿una tragedia? ¿una tragicomedia? ¡¡Es una mierda!! Eso es lo que es, no nos engañemos.

Y es que One Last Dance no se define en ningún momento, titubea entre travelling de cámara mareantes, cansino y aburridos; y si en algún momento nos comenzamos (levemente) a divertir Makowski, director y guionista, nos soltará una homilia sobre el honor, la familia o incluso una mosca que pase en ese momento por delante de la cámara todo con el fin de hacernos caer en la desesperación y el aburrimiento.

Mientras T, nuestro protagonista inexpresivo, se dedica a matar a "malos" o "buenos" o "vete-tú-a-saber" nosotros solo pedimos que la próxima bala sea a nosotros o al director (al portátil no que ha salido caro).

¿Qué añadir? Que One Last Dance puede ser una película recomendable, o mejor dicho, para recomendar a esas personas que nos caen mal por ir de gafapastas porque seguro que ellos en esta cinta podrán encontrar un punto de reflexión increíble al que nuestras simples mentes aun no han llegado, así por lo menos, nuestra ojeriza hacia esas personas aumentara y lo que es mejor: podremos argumentarla. Este humilde blogger concede a One Last Dance la friolera de: