The Walking Dead, 3ª temporada

Desde hace un par de semanas (o tres) la gente vive esperando los lunes (y después me llaman loco a mí) ya que cada lunes tienen su ración s...

Desde hace un par de semanas (o tres) la gente vive esperando los lunes (y después me llaman loco a mí) ya que cada lunes tienen su ración semanal de The Walking Dead dicen que la cuarta temporada se define con una sola palabra: "espectacular" pero ¿y qué ha sido de la tercera? Pues he aquí su crítica.

Dejábamos a Rick y a su tribu huyendo de una granja en llamas y con el acecho de los zombies realmente cerca, con medio clan destruido: quien no mordido, asesinado... además una loca con una katana está por ahí suelta... Pero claro, todo eso en el tramo final de la temporada antes: poco o nada así que estaba claro que esta tercera temporada superaría a su predecesora y así ha sido.

Comencemos entonces con las primeras apreciaciones sobre la serie: esta temporada veremos más zombies, lo que se traduce en un aumento de vísceras y sangre, vamos que esta nuevo temporada de The Walking Dead intenta a priori romper con el rollo novelesco que nos había presentado la segunda: bien, la serie mejora. Pero el plato fuerte no son las vísceras o la sangre si no la inclusión de un nuevo personaje: el Gobernador, que como los políticos actuales tiene una cara doble con su doble moral (aunque personalmente no veo a los caciques de Ourense torturando a nadie en la bodega de su casa... pero vamos que será porque no viven en un mundo apocalíptico con una epidemia zombi que si no...). Prosiblemente es con Michonne el personaje más interesante de esta nueva temporada pero al que peor se le trata: de acuerdo, debemos ver lo malo-malísimo que es pero ¿es necesario ese final tan degradante? ¿no podía ser más sutil y sobre todo coherente? No me digáis que treinta tíos armados y a ninguno se le pasa por la cabeza disparar al loco que les va a... no seguiré escribiendo para no spoilear demasiado.

Pero el Gobernador no viene solo, a su vera reaparece Merle (increíble Michael Rooker) quien pasa de ser un hooligan violento a mostrarse como un hombre coherente y con ideales, sí, los suyos propios pero ideales al fin y al cabo (a diferencia de otros personajes apaticos carentes de los mismos).

Pero no todo son rosas y palmaditas en la espalda a esta nueva temporada de The Walking Dead: la historia de Rick aburre, ha ido de tonto, de salvador, de líder, de malo, de...¡por favor! ¿no es The Walking Dead una serie de personajes? Pues demosle algo de tranquilidad a Rick y vayámonos por otros derroteros. Un derrotero podría ser la propia Michonne quien se presenta como el personaje más enigmático de la temporada y que poco a poco se ha ido abriendo al nuevo grupo y con ello al espectador. Bien, ya hemos logrado dos alternativas a Rick.

Y si en sangre ganamos en diálogos perdemos... es lógico ¿no? Pues no, lo es lógico, otra cosa es que como espectadores estemos dispuestos a asumirlo a favor del ritmo de la historia pero lo que no es ni lógico ni asumible por nadie son los diálogos con aspiraciones: esos que van de importantes pero en el fondo son totalmente vacíos o banales... y de estos vamos servidos esta temporada. Quizás dos sean los ejemplos claros para este punto: el enfado entre Andrea y Glenn que por favor, por favor, por favor, por favor... ¡qué puerilidad en tiempos de holocausto zombies! ¡Qué les muerdan! ¡Qué se los coman! Y sobre todo el encuentro entre Rick y... se llama... ¿cómo era?... Pues eso: el padre de Duane que si suma ni resta pero apuñala, puñalada de la que asombrasamente nos curamos en santiamén.

Sí, The Walking Dead mejora pero no llega a convencer, vamos, que sigue siendo una serie regular con aspiraciones. Y sí, sin duda veré la cuarta temporada: ¿por hobby? ¿por rutina? ¿por interés? ¿por sadismo? Vaya usted a saber caballero, vaya usted a saber

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