Ahora que estoy fagocitando Top Chef, programa en el que Alberto Chicote (@albertochicote) participa como jurado, he recordado que la reseña de la segunda temporada de Pesadilla en la Cocina (X Chicote) todavía estaba pendiente y este dato me ha hecho reflexionar sobre por qué no he escrito aun sobre un programa cuya temporada he terminado hace meses.

Ese sin duda es uno de los motivos por los cuales un programa, que me había enganchado en su primera temporada, ha ido convirtiéndose un algo más dentro de la habitual programación de mierda de las cadenas televisivas. Pero no es el único motivo.

En esta segunda temporada Alberto Chicote, otrora chef de prestigio, se quita la chaquetilla para convertirse en psicólogo de los socios de los lugares que "rescata"... Yo soy de esos espectadores a los que le gustaría ver "el error" y "la solución", ver como se renueva no solo el mobiliario si no también la carta y que incluso se le da un cambio a la plantilla del negocio para intentar cambiar la situación pero no, en esta segunda temporada se ha perdido en tiempo en situaciones personales que probablemente a un sector de su audiencia le encanten pero a mí ver a un hombre decir "como era el rey de la cocina me fui de putas, mi mujer me dejó y me refugié en el alcohol... he hundido mi vida" me da bastante igual; me interesa más ver como son los números pero sobretodo que podemos hacer para mejorarlos.

Sumamos unos más uno y vemos como poco a poco el "concepto" Pesadilla en la Cocina comienza a lastrarse (repito: para mí, las cifras de audiencia demuestran claramente lo contrario).

Por cierto, me gustaría añadir que esta temporada me pareció realmente corta: la primera temporada constaba de 12 episodios mientras esta segunda tan solo lo hace de 9, vamos, que su duración es un 25% menor que la primera... más de 300 solicitudes de restaurantes para ser "rescatados", el share crece y crece ¿y un 25% menos de Chicote? Raro pero raro, raro.