Muchas veces encontramos videojuegos adaptados a la gran pantalla pero ¿qué pasaría si convirtiésemos una película en un videojuego? Sin llegar a ese punto tan "extremo" nos encontramos Scott Pilgrim contra el Mundo donde el cine es adaptado a la estética del videojuego y del cómic.

Chico conoce a chica, chico se enamora de chica, chico debe luchar contra los fantasmas del pasado de la chica para terminar juntos... o no. Sí, así contado Scott Pilgrim contra el Mundo suena a la historia mil y una veces contada pero aquí debemos unirle mucho punk, muchos bocadillos en plan BatMan de los setenta y mucha XBox o PSP por que aunque así contado no lo parezca: estamos mucho más cerca del típico Street Fighters al que todos hemos jugado que de Love Actualy o cualquier comedia amorosa tipo que nos ofrece Hollywood.

Indudablemente, y por mucho que le duela a los temido críticos de gafa de pasta, Scott Pilgrim contra el Mundo es original ¡muy original! Que sí que es verdad que posiblemente se pueda reducir a 140 caracteres, que sea simple y no aporte nada o casi, que el humor sea tosco y preadolescente (ojo, no es soez en ningún momento), puede que el uso de la música sea exagerado, puede haber mil cosas que echarle en cara pero nunca su falta de originalidad y su colorismo.

Por que sí Scott Pilgrim contra el mundo es sinónimo de saturación gráfica, de créditos de Nintendo, de monedas volando... y es que cada uno de esos detalles conforman la vida de este veinteañero geek que podría ser yo, tú, él o ella... cada detalle aporta, nada sobra aunque a los ojos de una persona de otra generación pueda carecer de significado o ser confuso. Scott Pilgrim contra el Mundo es un himno generacional y es que todos somos o hemos sido como Scott por eso: por que me ha enternecido y he sonreído a partes iguales he decidido, unilateralmente y posiblemente en contra de la razón, otorgar a esta cinta:

Por que la vida es así, y si no lo es debía serlo.