Cuando la Máquina de Depeche Mode recaló en Madrid

Miércoles, 15:56 horas, vibra el teléfono móvil, un WhatsApp "Quieres venir el viernes a Madrid a ver Depeche Mode, tengo dos entrad...

Miércoles, 15:56 horas, vibra el teléfono móvil, un WhatsApp
"Quieres venir el viernes a Madrid a ver Depeche Mode, tengo dos entradas"

La respuesta, medio en broma, medio en serio fue clara "Sí, claro, ¿cómo hacemos?", 48 horas después tomábamos la A6 y enfilábamos los últimos 250 kilómetros que nos separaban del Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. Y es que sí, estábamos de camino a ver a Depeche Mode. Yo viendo a Depeche Mode... la verdad es que no entraba en mis planes, los de Essex son uno de esos grupos que nunca me han entusiasmado, es más, los considero sobrevalorados supongo que será fruto de un salto generacional e incluso de estilo muscial pero también es cierto que siempre he reconocido que tienen un par (o tres) de pepinazos increíbles que posiblemente pasaran a la historia de la música moderna si no por si mismos quizás por alguna versión.

Está claro que Depeche Mode, aunque triunfó básicamente a principios los 90 (y es que Violator posiblemente sea su disco referencia fue publicado en 1990) sigue arrastrando a gran cantidad de público y colgando el cartel de "no hay billetes" en cada uno de sus conciertos, sin ir más lejos en Madrid metieron a 15.000 personas dos noches consecutivas en el Palacio de los Deportes. Un público que coquetea más con los cuarenta que con los veintitantos, un público que sigue comportándose como chiquillos cuando Dave Gahan sale al escenario girando sobre si mismo o se atusa el pelo; un público que posiblemente compre sus discos (y es que en el meet&greet el trío británico recibió cuatro discos de oro) pero que tiene muy claro lo que quiere ver y escuchar que no es otra cosa que aquellos temas que acompañaron su juventud.

Después de los pertinentes apretones de manos y fotos de rigor nos encontramos en la pista asistiendo al último tema de Feathers encargados de abrir boca y calentar el ambiente. Feathers son una banda estadounidense compuesta por cuatro chicas y un chico de la que poco escuchamos ya que mientras ellos actuaban nosotros nos encontrábamos en el meet&greet con el trío comandado por Gahan y por el que media hora antes pasaban los americanos. Quizás lo que más me llamó la atención de Feathers es el tremendo parecido de su vocalista con la islandesa Bjork (y lo rancia que es la bajista) ¿Su música? Un pop electrónico que pasó sin pena ni gloria entre los allí congregados.

Cinco minutos pasada la hora señala las luces se atenuaban y una luz roja bañaba el escenario diseñado por Anton Corbjin (fiel colaborador de la banda desde hace más de 20 años) segundos más tarde Dave Gahan, Martin Gore y Andrew Fletcher (siempre en un segundo plano) acompañados por Christian Eigner a la batería y Peter Gordeno al piano hacían aparición en el escenario del Palacio de los Deportes con un público totalmente entregado que ya vitoreaba los compases iniciales de "Welcome to my World" y que enloquecía con los giros de Gahan.

Sin duda la elección de "Welcome to my World" como primer tema de la noche es totalmente acertada: perteneciente a su último disco Delta Machine es quizás la mejor carta de presentación dentro de esta gira, que no nos olvidemos: todos vamos a escuchar "Enjoy the Silence" pero esto se llama Delta Machine Tour. Desde el primer instante la voz de Gahan es como una apisonadora: es contundente y no tiene piedad; a su voz une esos amanerados movimientos que desatan la histeria en un público rendido a casa guiño del cantante.

Pero el primer momento de locura colectiva fue con la llegada de "Walking in My Shoes" (si recuerdo bien fue el tercer tema de la noche), el público reunido comenzó a bailar como si aquello fuese Manchester y estuviésemos en Factory, reconozco que incluso yo terminé bailando en un descarga de sonido realmente interesante. Tras "Walking in My Shoes" sonaron "Precious" y "Black Celebration" un tema en la que buena parte del respetable ya estaba caliente de lo lindo. Pero dos temas más tarde sucedía una cosa que sinceramente me dejó ciertamente extrañado, en medio de aquel línea de canciones bailables que hacían las delicias del público Gahan se tomó un respiro y sobre el escenario tan solo quedaron Peter Gordeno y Martin Gore para deleitarnos con una versión a piano de "Slow".

Sin duda fue uno de los momentos más mágicos del concierto, "Slow" toma un carácter diferente al despojarla de ruidos y artefactos pero su inclusión en ese momento chirría bastante. Tras esa maravillosa y sexy, para que negarlo, versión de "Slow" el show de Gore continuó con "But Not Tonight" convirtiendo a aquel club de baile electrónico en un retiro romántico, un retiro que continuó con "Heaven", posiblemente uno de los mejores si no el mejor tema de este Delta Machine, ya con toda la banda en escena.

Tras el regreso de la banda y esta parte romántica que terminaba con "Heaven" fue el momento de los sintetizadores, los teclados y las palmas al aire. Saltos, giros, movimientos sinuosos y canciones de sus antiguos trabajos, canciones que como antes dijimos acompañaron la juventud de los allí presentes. Pero el final, por lo menos de esta primera parte, estaba cerca. Un final que llegó con la celeberrima "Enjoy the Silence" a la que acompañó una proyección de tres mujeres haciendo contorsionismo; una canción que disparó al personal como no se había visto hasta el momento y en ese orgasmo de música, imágenes y baile los británicos introdujeron "Personal Jesus"... ¿qué decir? Gente bailando como si el Palacio de los Deportes hubiese viajado atrás en el tiempo 20 años, palma al aire y 15.000 personas gritando eso de: "reach out, touch faith" como si se tratase de un credo que los llevase al éxtasis.

Y las luces se apagaron. Llegó el final.

Vítores y cánticos, aplausos varios y de nuevo Gore y Gordeno al escenario para regalar a los asistentes "Shake the Disease" de manera acústica para después atacar "Halo" y tras un par de canciones corear llegó "Never Let Me Down Again" donde todo el mundo comenzó a mover los brazos al unisono imitando los movimientos de Gahan, sinceramente, 15.000 personas moviendo los brazos a la vez es un imagen realmente impresionante. De nuevo se apagaron las luces y el público comenzó de nuevo a cantar pero esta vez las luces se encendieron para indicar la salida del Palacio de los Deportes poniendo fin así a la primera de las entregas del Delta Machine Tour en Madrid.

Un sonido fantástico en el que eché de menos "Wrong" pero posiblemente un concierto redondo para los miles de fans que allí se reunieron y una experiencia interesante para los advenedizos que allí nos dimos cita. Un concierto en el que no hay lugar para la improvisación y cada baile es medido por que sí, en el fondo sabemos que nada es natural, como la inclusión de Fletcher como palmero del grupo y es que ha quedado claro que para levantar las manos allí había 15.000 candidatos.

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