Viajando con Chester... Iñaki Gabilondo

Sin duda esta segunda entrevista ha dado mucho más juego que al anterior de Miguel Ángel Revilla. Y es que desde el primer momento, desd...


Sin duda esta segunda entrevista ha dado mucho más juego que al anterior de Miguel Ángel Revilla. Y es que desde el primer momento, desde ese "¿por qué?" que Risto plantea a Gabilondo sobre el motivo de aceptar sentarse en el chester la partida de ajedrez está servida. Desde ese momento vemos a dos maestros del juego: por un lado un veterano periodista curtido en mil batallas y del otro a una persona que se gana la vida haciéndonos pensar que sus productos son indispensables para nosotros, y lo peor, es que ni siquiera son propios.

Pero poco a poco está balanza se va decantando claramente hacía un lado y es que Risto peca (o no) de admiración por el periodista y el teórico entrevistador pasa a ser el entrevistado. Sí, por primera vez desde el comienzo de este Viajando en Chester Risto no lleva la batuta de la conversación y buena muestra de ello son las revelaciones de Risto Mejide sobre Operación Triunfo, el programa con el que el publicista salto a la popularidad, convirtiendo el este chester en una catarsis personal pasando a convertirse en un diván psicológico, Risto entre en su vida y se la cuenta a Iñaki con un fan lo hace ante su ídolo pensado que a este le interesa.

¿Y Gabilondo qué? Gabilondo deja claro que es un tío curtido en mil batallas y que está de vuelta de todo. Un tío que soñaba con la radio y llegó a ser parte del medio; un hombre que quiso probar la televisión antes de retirarse y que con resignación mira aquella época y asume, no sin tristeza, su fracaso en ese campo. Gabilondo es un hombre que posiblemente (y sin el posiblemente también) valga más por aquello que calla que por las cosas que dice; un hombre capaz de arrebatar la batuta al más tirano de los directores (o que por lo menos se viste de ello).

Gabilondo es un torero, un hombre que reconoce que habla de tú a tú con el rey de España pero que veladamente susurra que su momento, el del rey, ha pasado y que quizás abdicar no fuese tan mala idea. Es un hombre que se ha alejado de la primera plana para leer y disfrutar de su tiempo, un tiempo que considera escaso (por eso no tiene twitter), un hombre al que quizás ya todo, o casi todo, le dé igual pero con la suficiente personalidad y trayectoria para opinar sin que le tiemble el hilo de voz.

En el fondo, iluso de mí, este cara a cara me ha decepcionado quizás esperaba un titular impactante con el que abrir esta reseña, una revelación que convirtiese las redes sociales en un hervidero pero no, nos hemos encontrado a un jubilado que sigue haciendo lo que mejor sabe: sentarse ante una persona y desnudarla sin quitarle la ropa. 

Aquí os puede interesar

0 seres inteligentes han dicho y tú, ¿a qué esperas?