Dicen que elegir una película de los hermanos Coen (Ethan & Joel) es siempre sinónimo de acierto: respaldados por la crítica y la taquilla los Coen se han aferrado al Olimpo de los directores de culto y desde allí dejan caer sus perlas.

De manera consciente y por primer vez me acerqué al trabajo de los Coen con este Inside Llewyn Davis donde narran la vida de un desafortunado cantante folk que vaga por la calles de los 60 en busca de algo de fortuna. Dice la rumorología que Llewyn Davis muy posiblemente esté inspirando en el ahora-vendedor-de-bancos-otrora-profeta Bob Dylan, quizás la mayor diferencia entre Llewyn Davis y Bob Dylan no sea otra que el triunfo de ambos; por un lado encontramos a Dylan, profeta y triunfador, y por el otro a Davis quien vive saltando de sofá en sofá noche tras noche.

Inside Llewyn Davis narra la vida de un cantautor folk que más que vivir sobrevive de la caridad y el cariño de sus amigos y que se colma de aplausos piadosos por canciones que no terminan de enganchar al público, por que no nos equivoquemos: Llewyn Davis sueña con ser famoso y alejarse de su tradicional hermana y de la caridad de sus amigos. Pero no, la realidad es que Llewyn no se hace famoso y el tiempo de promesa folk comienza a agotarse. Así los Coen nos narran la historia de un perdedor.

Es indudable que A Propósito de Llewyn Davis está llena de personajes oscuros pero bien trabajados, personajes que van más allá del propio Llewyn Davis; cierto es que las atmósferas son increíbles y que nos abren una ventana a ese momento que ha sucedido; es cierto que la fotografía posiblemente sea maravillosa. Posiblemente el guión de los Coen sea maravilloso pero en realidad y como suma total de todos estos parámetros: Inside Llewyn Davis no funciona. Es fría, lejana, robótica y posiblemente sin vida. Y es que no, Inside Llewyn Davis no me ha gustado, no me ha llegado por mucho que los fans de los hermanos Coen digan que se trata de una gran película o una gran historia. No, Inside Llewyn Davis es una historia de un perdedor sin demasiado que contar pero con un gato que da muy bien en pantalla, una historia que como su final cuenta es la historia de alguien que camina en círculos y que no avanza, una historia donde ya no cabe espacio a la ilusión o al futuro porque su mañana será como su hoy que es como su ayer.

Por todo ello, y por mucho que duela a los fans de Fargo, he decidido otorgar a A Propósito de Llewyn Davis:

Por que elegir a los Coen no tiene que ser sinónimo de acierto.