El Capital (Le Capital)

Vivimos en una sociedad donde las personas han pasado a ocupar un segundo “cediendo” su lugar a la economía. Y es que ahora la economía ...


Vivimos en una sociedad donde las personas han pasado a ocupar un segundo “cediendo” su lugar a la economía. Y es que ahora la economía es mucho más que el saldo de una cuenta o un cheque a fin de mes o un sistema monetario, ahora la economía se ha convertido en el eje central de la sociedad: ahora la economía es política, la política es economía ya no quedan ideales tan solo cuentas bancarias cada día más abultadas para unos y más agujeradas para otros. El dinero no es el dios ¿quién quiere dinero pudiendo predecir el futuro? Ahora nos quieren educar para tan solo pensar en dividendos y en maximizar beneficios sobre todo y sobre todos.

Y en medio de esta situación nos encontramos a Marc Tourneil, un directivo de banca que tras un accidente cardiovascular del director de un importante banco francés toma el relevo. Así es como Marc, un hombre cínico, ambicioso y manipular a partes iguales, se encuentra en el medio de un baile de resultados, balances, intereses, dividendos, política y especulación, porque sí, siempre luchamos por dominar el mundo y diseñar el futuro, tanto el cercano como el leja, tanto el nuestro como el del mundo en el que nos ha tocado vivir.

Marc Tourneil representa al trepa el los días de crisis; representa a esa persona capaz de recorrer medio mundo pagado por un banco para simplemente echar un polvo en el baño de un aeropuerto pero todo es un asunto de negocios: sus fiestas, sus comidas, sus vuelos o incluso las consolas que regala por navidad pagadas por un banco francés, fabricadas en Taiwan y compradas en Londres, porque este mundo está globalizado; globalizado en los intereses de unos pocos que se creen dueños y señores, impunes a todo y a todos. Sí, el gran acierto de El Capital es esa fotografía cínica al mundo actual, un mundo que ha perdido ideales y que se rige por el ética de las tarjetas de crédito.

El Capital es una buena fotografía a esos consejos directivos de hombres con trajes a medida pagados por tarjetas “black” que vuelan en jets privados, hombres de traje que desayunan en camarillas programando su próximo golpe o hablando de a qué paraíso fiscal llevar su dinero mientras firman las cartas de despido de sus trabajadores.

El Capital nos muestra un mundo donde los enemigos pueden ser tus mayores aliados porque siempre encontramos un enemigo común, un mundo donde los amigos conjuran para que tú cabeza rueda y ocupar tu lugar. El Capital retrata una sociedad alienada, arrogante y despiadada. Una sociedad tan oscura que no hay resquicio para la luz convirtiéndose así en un producto (el film) tan estudiado y artificial que le resta realismo y es que delante de nuestros ojos podremos contemplar el lado oscuro de los consejeros delegados, de los directivos, de los lobbies de presión e incluso de máximos mandatarios de países del tercer mundo. Y lo que era un discurso correcto con el que más o menos el espectador puede estar de acuerdo se convierte en un anuncio al que le falta terminar con un fundido en negro y unas letras que recen “Muerte al Mal. Muerte al Capital”

Indigna además como se nos termina presentado a aquel cínico Marc Tourneil, otrora trepa, ahora Robin Hood por robar a sus colegas... Tourneil no es Robin Hood, si no que roba a ladrones para embucharselo en su propio saco así pues no aceptamos la trampa de El Capital.

Por todo ello he decido otorgar a la cinta:

Aquí os puede interesar

0 seres inteligentes han dicho y tú, ¿a qué esperas?