House of Cards, 3ª temporada

Dicen que la tercera temporada de House of Cards es la peor de las que conocemos hasta el momento, no tengo del todo claro si este come...


Dicen que la tercera temporada de House of Cards es la peor de las que conocemos hasta el momento, no tengo del todo claro si este comentario es totalmente correcto pero lo que sí tengo claro es que esta tercera temporada de House of Cards es diferente al resto de la serie. 

Porque no nos autoengañemos, lo que nos gustaba de House of Cards es lo cabrón y carente de escrúpulos que es Frank Underwood, un hombre capaz de pisar, humillar, manipular e incluso matar por una sola cosa: ser presidente de los EE.UU. pero Frank no estaba solo en esta carrera hacía el sillón presidencia, a su lado, elegantemente vestida y fría como el hielo encontrábamos a su hermosa mujer Claire pero ahora, ahora que el sillón presidencial es de los Underwood parece que las cosas cambian y sobre todo que alianzas de más de 30 años parecen resquebrajarse ¿han mordido Adán y Eva la manzana que hará que los expulsen del paraíso que tanto les ha costado conseguir? Es entonces cuando la dinámica de la serie debe cambiar y es que Frank ha logrado el objetivo, ya no hay presidentes a los que manipular, vicepresidentes con los que acabar o rivales a los que comprar; ahora, aunque el juego pueda parecer el mismo, todo cambia: la bandera ya es nuestra, solo nos queda defenderla.

Y en su defensa comienzan los gustos y los disgustos: muchos hubiésemos preferido saber los planes de Frank (más allá del AMWork) para su nación y es que el salto a la política exterior se hace demasiado duro... por cierto señores guionistas de House of Cards: recurrir a la vieja lucha soviética es muy retro parece que todo el universo es totalmente consciente de la caída del telón de acero (¡leches, que EE.UU. tiene embajada en La Habana!) menos esos señores que golpean con rabia las teclas de sus ordenadores en habitación oscuras en las que dan viva a seres y engendros que adornan nuestras pantalla de televisión u ordenador. Dicho esto es cierto que Víktor Petrov, primer ministro de la URS... uhy, perdón, Rusia es un buen personaje si bien se va desinflando con el paso de los capítulos.

Y ese aire perdido por Petrov parece haber golpeado la conciencia de la Primera Dama o quizás de la futura Presidenta de los EE.UU. y es que todos somos capaces de predecir los derroteros por los que se moverá la próxima temporada House of Cards y ese es el problema: antes Frank & Claire eran capaces de sorprendernos, ahora casi somos nosotros, simples espectadores pero dueños del sillón de las audiencias quienes elegimos el objetivo, el rival y puede que incluso el juego.

Pero que esta crítica no os engañe: sigue siendo una de las mejores series de la actualidad y es que a veces un frasco con la mediocridad de los mejores sigue conteniendo más talento de que tiene una buena añada del resto.

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