Estamos a menos de una semana para que se entregen los galardones más importantes de la industria cinematográfica: los Oscars. Muchos vaticinan que será el año de Avatar, que el cine en 3D se llevará buena parte de los premios… pero a Avatar le ha salido una dura competidora (que hace poco arrasaba en los BAFTA). Una batalla muy morbosa además, ya que la directora de En Tierra Hostil, Kathryn Bigelow, es la exmujer de James Cameron (director de Avatar).

En Tierra Hostil nos transporta a Irak, donde una brigada de artificieros se juega todos los días la vida en sus misiones; Bigelow lleva al espectador a vivir una situación de constante tensión psicológica, como espectadores sabemos que algo va a ocurrir pero no sabemos en qué momento sucederá, ni como lo hará… al igual que los marines allí destacados, mirando hacía todos lados, desconfiando de todos y cada uno de los que nos rodean.

En Tierra Hostil presenta un guión solido, sin fisuras y todo ello contado en primera persona, como si el espectador fuese un miembro más del equipo de artificieros. Un guión que consigue que entendamos que cada día puede ser el último, que estamos dentro de una ratonera de la cual no podemos salir…

La fotografía en ciertas escenas es simplemente genial, secuencias a cámara lenta donde se ve lo devastadora que puede ser una bomba, escenas cargadas de dramatismo… pero esas escenas lejos de ser simplemente cinematográficas dotan a la cinta de un aspecto totalmente real. Digna de destacar es la escena donde el óxido de un coche se levanta debido a la onda expansiva de una bomba, una escena que deja al espectador sin palabras, clavado en su butaca y con los ojos clavados en la pantalla.

Bigelow nos muestra una guerra sin héroes pero con muchísima adrenalina fruto de la tensión en la que nos encontramos sumergidos. Como en la montaña rusa, deseamos que la atracción llegue al final pero una vez acaba montamos de nuevo buscando una nueva dosis de adrenalina (ya lo dice el epilogo: la guerra es como una droga)… cuando En Tierra Hostil llega a su fin estamos cansados de ver tanta barbarie pero consciente de haber vivido una experiencia irrepetible.