Dicen que The Wrestler ha supuesto el resurgir de Mickey Rourke para el cine; quizás este sea un comentario algo pretencioso ya que hace no demasiado encontrábamos al actor neoyorquino haciendo bastante bien al dar vida a Marv en Sin City (de Robert Rodríguez). Pero volvamos a The Wrestler.

The Wrestler llega a mi ordenador tras haber recibido el León de Oro en Venecia (en 2008), 2 nominaciones a los Oscar (también en 2008) y con Mickey Rourke nominado al Oscar y premiado con un BAFTA y un Globo de Oro y como mejor actor en el Festival de Cine de Toronto… por lo tanto, tenía grandes esperanzas en esta cinta y…

The Wrestler es un retrato del fracaso, de una caída y sobre todo de cómo poco a poco un hombre la tiene que aceptar y vivir con ella. Un hombre al que antes apuntaban los focos de la fama y que ahora se encuentra solo en un oscuro pasillo esperando a que llegue la hora de su último combate… sin duda, el descenso de un ídolo.

Contado así parece que The Wrestler no aporta nada nuevo al cine, y probablemente no lo haga, pero esta vez hay un director (Darren Aranofsky) capaz de tejer una gran tela de araña donde eso nos da igual. Aranofsky nos muestra el fracaso y al héroe caído ¿logrará su redención? Ya veremos…

Pero es llamativo como en una película, a primera vista, llena de tópicos y estereotipos aparecen dos actores (Rourke y Marisa Tomei) y son capaces de crear tanta magia, convirtiendo una historia sucia de soledad y fracaso en una historia de amor de príncipes y princesas; creando una historia cargada de matices.

Tenía grandes esperanzas en este cinta y… sin duda las supera; una gran película sobre la soledad y la desazón, una cinta de perdedores, una película sobre fracasos, una gran cinta a fin de cuentas.