Así comienza Casshern, la adaptación a la gran pantalla de un viejo anime de los años 70, un anime futurista pero de estética retro generando un nuevo universo barroco y exagerado, totalmente exagerado; un escenario que personalmente me resulta muy atractivo.

En ciertos momentos no sabremos si estamos dentro de un comic o de una película ya que ambos mundos se dan la mano para crear increíbles escenarios y es que la concepción visual de Casshern es increíble: colores sobresaturados, blanco y negro, imágenes en 3D, dibujos tradicionales, futuro y pasado se dan la mano para llevarnos por este paraíso visual. Y es que después de ver Casshern el concepto de cine cambia (sí, mucho más que tras ver Avatar) traspasa las limitaciones convencionales para llegar al espectador de una manera totalmente diferente a lo acostumbrado.

Y como es tradición en el cine oriental las actuaciones son muy expresivas, incluso exageradas con diálogos filosóficos cargados de poética, ya que Casshern es una película aleccionadora sobre el horror de la guerra y la barbarie que ello supone.

Quizás uno de los puntos débiles de la cinta sea su guión más preocupado en aleccionarnos que en explicar realmente la historia, eso unido a la estética hace que en ciertos momentos nos perdamos y no demos seguido con la suficiente facilidad la historia... Pensaríamos entonces que se trata de una mala película pero no, quizás sea la estética apocalíptica (en ciertos momentos la cinta me recordó a las ilustraciones del gran Luis Royo) o que esta cinta se sale de lo normal Casshern es más que recomendable.

Y es que Casshern no se puede juzgar como película es sin duda mucho más, una apuesta por un cine al más puro estilo Blade Runner, un gigantesco y brillante videoclip… sin duda Casshern es diferente.

Y así termina esta gran obra.