El Invierno en Berlín (V)

La cerveza llegó a su fin al igual que el día; un día largo que dejaba muchos kilómetros en nuestras piernas y en las suelas de las zapatill...

La cerveza llegó a su fin al igual que el día; un día largo que dejaba muchos kilómetros en nuestras piernas y en las suelas de las zapatillas las cuales continúan pidiendo clemencia hoy, una semana más tarde.

El despertar del domingo fue mucho menos bucólico que el del día anterior ya que esta vez no nevaba, si no que llovía. He constatado en este viaje que la lluvia es sin duda la peor compañera de viaje: moja (como es evidente), molesta y además derrite la nieve caída en los días anteriores inundando todo; con lo que además de charcos esta vez tuvimos que luchar contra placas de hielo, las cuales aparecen en el lugar menos oportuno y más molesto; decir que por suerte no nos hemos caído ni una sola vez, todo un logro para aquellos que lo vemos nieve el primer día del año mientras desayunamos con los saltos de trampolín en La2.

Nevase, lloviese o granizase, el plan del día era claro y inamovible, no cabía ninguna duda, la primera palabra del día sería el muro.

Actualmente en Berlín se conserva apenas un kilometro y medio del muro original, la conocida East Side Gallery situada en Mühlenstrasse, entre el puente Oberbaumbrücke y la estación Ostbahnhof(existe otro trozo de muro llamado la Topografía del Terror del que hablaremos más tarde). Llegar a la East Side Gallery resulta más o menos fácil, cercana a la parada del metro simplemente tendrás que dirigirte hacia el rio. Un vez allí veras una larga pared de hormigón manchada con pinturas y garabatos pero en silencio, frente a él, analizándolo fríamente, te das cuenta que es mucho más que eso, asumes que esa ahora maltrecha pared separó familias, amigos, ilusiones… ves que más allá del muro está la vida de cientos de personas, no solo su vida, si no que en muchas ocasiones este muro significo su muerte. La muerte de aquellos que intentaron cruzarlo y no lo lograron, la vida de los menos que consiguieron su objetivo y llegaron al otro lado en busca de una vida mejor, en busca quizás de sus seres queridos, en busca de algo que los empujó a jugarse la vida.

Caminando al lado del muro puedes observar la sinrazón del ser humano, parece incomprensible que en la actualidad se sigan cometiendo errores del pasado, se sigan levantando muros, como el de Israel en Gaza, se sigan trazando fronteras en un mundo que debe ser libre. Tristemente el muro no refleja a los vencedores de la contienda porque en este tipo de guerras está claro que solo hay vencidos, que la victoria no existe simplemente hay lugar para la pena y la derrota. Con dibujos más o menos conocidos estas no dejan de ser placas de hormigón que trajeron la vergüenza a Europa.


Cuando sales del muro asumiendo todo el horror que produjo todo parece más trivial; desde el muro nos dirigimos al museo del pueblo judío, por el camino hacia el mismo pensaba la sangre que se había derramado por aquella avenida, cuando los más arriesgados buscaban una anhelada libertad y la pena me invadía. Llegue al museo del pueblo judío pensando en miles de cosas, poniendo en el lugar de aquellos hombres o mujeres a los que le tocó vivir aquella época. La verdad es que fotografié la ampliación del museo pero no la disfruté, mi cabeza no estaba para edificios.

Poco a poco y con el aire y la lluvia en la cara los tristes pensamientos fueron dejando paso de nuevo a las ganas de descubrir nuevos lugares. La siguiente parada programada de la ruta era el famoso CheckPoint Charlie. El CheckPoint Charlie era uno de los pasos fronterizos con los que contaba el muro y tan solo se permitía su uso a empleados militares y de embajadas de los aliados, extranjeros, trabajadores de la delegación permanente de la RFA y funcionarios de la RDA. Al igual que el muro el CheckPoint Charlie puede contar miles de historias de vida y muerte, como la de Peter Fechter , un carpintero que se desangró delante de miles de testigos de ambos lados tras ser alcanzado por una bala comunista mientras intentaba cruzar o la de aquel niño que fue ayudado a cruzar por el soldado de la RAF, el cual sostenía con sus manos el alambre de espinos que servía como medida primera medida disuasoria para aquellos que en cualquier momento pensasen en cruzar punto de control. Actualmente el Checkpoint Charlie se ha convertido en una de las atracciones turísticas de Berlín: tiendas de souvenirs, fotos con banderas, pequeños puestos en los que conseguir una bandera con su hoz y su martillo…

Continuará
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