Increíble el último partido

por Dawidh Increíble el último partido, te habías salido, la mejor valoración del partido, seguro. Te has cansado de dar asistencias, de rob...

por Dawidh

Increíble el último partido, te habías salido, la mejor valoración del partido, seguro. Te has cansado de dar asistencias, de robar balones, de dirigir como un autentico base ACB dominando el tiempo de partido y juego e incluso anotando algún punto que otro; sin duda tu mejor partido en mucho tiempo.

El lunes al llegar al entrenamiento tus compañeros te felicitan y reafirman tus pensamientos: “ayer jugué como solo juegan los grandes, este es mi año”, empezáis a trotar, a correr, tiramos un poco y estiramos, las felicitaciones son continuas, incluso el entrenador te ha dicho que lo has hecho muy bien. Pronto comienza el 5x5, un ataque, una defensa, de nuevo en ataque… Y van dos de dos desde la línea de tres, estas de nuevo imparable; quizás lo de ayer a la tarde no fue un simple sueño, quizás la pasión que has puesto en tantos entrenamientos pasados está dando sus frutos. De nuevo otro triple, bajas a defender con esa sonrisa de jugon, esa que tú y yo sabemos, esa que no te quieres reír pero de medio lado lo estas haciendo. Estamos en defensa, animas a tus compañeras, sois grandes y estáis muy intensas; llega el base, botando el balón y diciéndole a su equipo que esta vez van a jugar cuernos. Tú sabes que no lo van a hacer, porque cuando intente el cambio entre las piernas se la vas a robar; llega el momento, metes la mano y ¡zas! Lo has logrado, sales al contra-ataque, estas sola, sabes que la vas a meter, primer paso, fuerte, preciso; segundo paso… ¡Qué hace ahí ese balón! ¡Mierda! No te da tiempo a meter el traspie…

Cuando te levantas, rodeada por el resto del equipo, ves que las cosas no van bien, que ese tobillo duele mucho más que si fuese una simple torcedura. “¡Mierda! Ahora no, que estoy que me salgo” piensas mientras notas el frío hielo en el tobillo. A la mañana siguiente las cosas no han mejorado, mover el pie implica un sufrimiento que no estas dispuesta a correr, entonces decides ir al médico. Demasiado hinchado para dar una conclusión final, “mantenlo en alto y no pises, en tres días pasas por aquí y miramos, no te olvides de tomar los anti inflamatorios” te dice; lógicamente tú te enfadas, sabes que eso no va a hacer que juegues este fin de semana, y la primera fase empieza a entrar en la parte decisiva. Tres días y un partido más tarde llegas a la consulta del médico, que con una sonrisa se dirige a ti con una radiografía en la mano, “de que se reirá este #@&^!” Te dice que has roto fibras, que como mínimo vas a estar un par de meses parada, y tú solo piensas “¿Por qué a mí?

El tiempo pasa y tú únicamente ves el baloncesto desde el banquillo; la liga se dirige hacia el momento más importe, demasiado temprano para ti, que no llegas. Otro partido más desde el banquillo, chillando y animando. Al final del partido el marcador es adverso, te sientes mal, piensas que le has fallado, que todo te vuelve a salir mal; ahora os lo tenéis que jugar todo contra el primero, invencible hasta el momento; tú quieres jugar, pero no puedes y eso te lastima. Tenéis que ganar para seguir adelante, para que tu temporada, al igual que la del equipo no termine, porque esta iba a ser tu temporada… No sabes que hacer, lo ves todo oscuro; pero llega el partido, y tú eres la primera en llegar, con tu muleta, que ya parece tu fiel sombra. A lo lejos las ves llegar, las caras, como siempre, variopintas; la mayoría no te gustan, entras en el vestuario y le das una arenga propia de Alejandro Magno antes de la última batalla, pero en sus ojos ves que no ha servido para nada, que ellas siguen en sus propios mundos, sin pensar en tus ganas de jugar.

El partido comienza, ya desde el principio el equipo rival marca diferencias, se le ve más suelto, más engrasado y sobre todo con más ganas de ganar. Con 12 puntos abajo tu entrenador pide tiempo muerto, las caras de tus compañeras: un poema, la tuya, la de un ángel al que las alas le arden. Vuelven a la pista, pero el equipo no reacciona, tú mientras en el banquillo, animando como nunca antes lo habías hecho, pero sin encontrar tampoco la solución. El descanso llega, estáis 20 abajo. Las caras en el vestuario son las mismas que las de equipo que ya lo ha perdido todo, tu muleta y tú entráis y escucháis al entrenador, él tampoco ve una solución pero lo disimula haciendo unas rayas en su sucia pizarra; termina y os da un momento para que os refresquéis, tú te levantas y dices en alto lo que piensas, tus compañeras te miran y una sonríe, se acerca a ti y te dice “a ganar”, sonríes y todas os juntáis, ahora si que parecéis un equipo.

Comienza el tercer cuarto, parecéis un equipo nuevo, ambicioso, con mucha más mordiente; ellas ya no son tan buenas, su base que antes parecía Sergio Rodríguez ahora parece un jugador de instituto. Poco a poco remontáis hasta entrar en el último cuarto, ya solo con 7 puntos de diferencia en el marcador. El banquillo es una piña, todas sumáis, parecéis seis jugadoras en pista; la cara del entrenador rival ha cambiado, ya no sonríe, con gesto serio intenta que su equipo encuentre el feeling perdido, pero no lo consigue. El partido se está terminando, ya solo quedan 14 segundos y estáis uno abajo. Tu entrenador pide tiempo muerto, “¿Quién la va a tirar?” pregunta, todas te miran pero tú no puedes… el entrenador decide que se la va a tirar el alero que lleva tres tiros sin fallo, salimos a la pista, balón vivo, lo coge el base, la bota, un segundo, dos segundos… el pívot realiza el bloqueo sobre el alero que está cortando desde el poste bajo del lado contrario, su defensa se ha quedado en el bloqueo, recibe se levanta y…

Y pase lo que pase tú has ganado. Porque tu equipo ha creído en ti; y aunque no lo creas, eres parte importante de este éxito, de esta fabulosa remontara, de estas ganas de ganar… Porque si algo estaba claro es que esta iba a ser tu temporada y la esta siendo, por lo menos, hasta que suene la bocina.

Artículo escrito en
podeis disfrutarlo aquí

Aquí os puede interesar

0 seres inteligentes han dicho y tú, ¿a qué esperas?