El Invierno en Berlín (VI)

Las horas pasaban y se hacia demasiado tarde para comer (según la tradición española) y decidimos acercarnos a Breitscheidplatz, donde se en...

Las horas pasaban y se hacia demasiado tarde para comer (según la tradición española) y decidimos acercarnos a Breitscheidplatz, donde se encuentra Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, para hacer tiempo y comer una vez allí, cuando los lugareños ya estuvieran merendando, así no nos mirarían demasiado raro. Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche se encuentra situada en el Berlín Occidental y se trata de una iglesia evangelica luterana que durante la II Guerra Mundial fue gravemente dañada por los bombardeos Aliados. Se pensó construir dentro de las ruinas de la iglesia demolida una iglesia de cristal pero tras un concurso se decantaron por la idea del arquitecto Egon Eiermann, quien propuso asegurar los restos de la iglesia y añadirle una nueva capilla moderna. Se mantuvo así la ruina de la torre, de una altura de 68 metros como monumento conmemorativo contra la guerra y se construyeron una nueva capilla y un campanario destacando las paredes de las nuevas salas ya que están formadas por más de 20.000 cristales coloreados que sumergen el interior en una luz azulada.


Como os había comentado, la noche en Berlín, en esta época del año, cae pronto. Terminamos de comer a las 6 menos cuarto de la tarde y apenas estábamos en esas horas del día que los gallegos definimos con: entre lusco e fusco. Al salir de la hamburguesería en la que habíamos comido vimos como se comenzaba a iluminar Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche y en ese momento decidimos acercarnos a la puerta de Brandenburgo para disfrutar de ella con las luces de la noche y…
Mereció la pena sin duda.

¿Y qué hacer cuando la gente desfila un domingo hacia su casa pero tú estas de vacaciones? Decidimos acercarnos al Reichstag, al fin y al cabo tan solo teníamos que cruzar la calle; las farolas encendidas marcaban nuestro camino, y una vez allí, descubrimos que la cola para entrar al Parlamente Alemán era “pequeña” en comparación con la de los días, decidimos que nos parecía buen momento para esperar y entrar a ver las instalaciones. En ese momento, sobre el hielo y guardando cola, la teoría de: en cualquier parte del mundo encontraras a un gallego volvió a funcionar. Unos metros más atrás, en la fila, escuchamos algo parecido a esto: “é noite, e se marchamos pro hotel e vimos maña cedo…”. Lo dicho, allí donde vayáis encontrareis un gallego.
Como ya os comenté con anterioridad el Reichstag ha sufrido a lo largo de su historia diversas remodelaciones: incendios, bombardeos… la última fue llevada a cabo por sir Norman Foster y en ella destaca una gran cúpula de vidrio que ofrece una vista excepcional de la capital germana. Y desde la cual (sí, desde la cúpula) podemos observar la sala de debates. Para subir a lo alto de la cúpula debemos utilizar unas rampas laterales echas en acero inoxidable en forma de doble hélice. Cuando Sir Norman Foster recibió el encargo de reformar la sede del parlamento se le impuso la estricta limitación de que los costos totales no superasen los 600 millones de marcos, incluyendo sueldos, materiales y gastos adicionales. Los espejos que veréis en el “embudo” de la cúpula tienen la función de aprovechamiento de la luz solar exterior, para así reducir el nivel de emisiones de CO2 de este increíble edificio, que además está dotado de multitud de paneles fotovoltaicos para convertirlo en un edificio sostenible. Sin duda, esta es una de la visitas que no se pueden perder en Berlín; ¡ah! Por cierto, la entrada es gratuita (y aviso a navegantes: para acceder tendréis que pasar los mismos controles que en el aeropuerto).
Decidimos entonces acercarnos a la zona de Tacheles para cenar (tarde, de nuevo). En otra entrega os expliqué que Tacheles era una de las zonas más cosmopolitas y bohemias que nos habíamos encontrado y esto, en su gastronomía, tampoco varía, puedes encontrar restaurantes indios, italianos, cubanos, árabes, tailandeses… y sin fin de posibilidad. Nosotros elegimos un indio, me llamó la atención que para pedir la comida teníamos que hacerlo en un pequeño local y para comer podíamos hacerlo en la calle o pasar a una zona habilitada para ello… elegimos la segunda opción y allí nos encontramos que la zona de comida, además de eso, también se trataba de una galería de arte, en ese momento simplemente había un par de esculturas, ya que se encontraban en el cambio de exposición, llamaba la atención un piano negro de cola que se encontraba al fondo de la sala. Nos levantamos de la mesa a eso de las 23.30, decidimos dirigirnos al hotel, aun nos quedaba un rato de U-Banh y S-Banh, en este último conocimos a un deficiente visual que vivía cerca del hotel, mantuvimos una animada conversación que termino con un “buenas noches, señores” (sí, así, en castellano) a la puerta del hotel del joven alemán. Sin duda, un completo día que llegaba a su fin.

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